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La renuncia que sacudió Puebla tras el asesinato de dos policías

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En las sombras de la noche, bajo un cielo que parecía llorar por la tragedia, los héroes de uniforme de Puebla capital alzaron sus voces en una protesta que resonó como un grito desgarrador contra la injusticia. La muerte de dos de sus hermanos, Alejandro Osorio Santellán y Edgar Jesús Popoca Gutiérrez, miembros del Grupo Guardianes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), había dejado una herida profunda en el corazón de la fuerza policial.

El destino, cruel y despiadado, los había alcanzado en la madrugada del 1 de marzo, cuando ni siquiera portaban armas para defenderse. Sus compañeros, con el alma rota y el espíritu indignado, decidieron que ya no podían callar. Hartos de los malos tratos, de los turnos interminables y de un sistema que los oprimía, iniciaron un paro que sacudió los cimientos de la ciudad.

En medio de la tensión, como si el universo conspirara para equilibrar la balanza, Gustavo Alonso González Zapata, conocido como “Sauce”, el subsecretario de Operatividad Policial, presentó su renuncia “con carácter irrevocable”. Un gesto que, aunque tardío, marcó un punto de inflexión en esta historia de dolor y lucha.

Pero no era suficiente. Los policías, con el fuego de la justicia ardiendo en sus corazones, exigieron también la salida del Secretario de Seguridad Ciudadana, Fernando Rosales. “Los obligan a detener personas, y si no lo hacen, los arrestan a ellos”, clamó uno de los manifestantes, su voz cargada de rabia y desesperación.

Entre los reclamos, surgió una revelación que dejó al descubierto la corrupción que corroía el sistema: presuntamente, les rentaban las patrullas en dos mil pesos. Un absurdo que pintaba de cuerpo entero la magnitud de la injusticia.

La noche se convirtió en un escenario de lucha, donde cada palabra, cada gesto, cada lágrima, era un paso hacia la redención. El destino de Puebla, y quizás del mundo, parecía depender de esta batalla por la dignidad y el respeto. Y así, bajo la luz de las estrellas, los policías escribieron un capítulo que quedará grabado en la memoria de todos.

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