El fentanilo y la geopolítica del caos en la era de los memes

En un giro que nadie pidió pero que todos esperábamos, dos senadores estadounidenses decidieron que era hora de jugar al “¿Quién es el malo aquí?” con el fentanilo como protagonista. Sí, esa droga que suena como un villano de Marvel pero que en realidad es una pesadilla de salud pública. La senadora Jeanne Shaheen y el senador Jim Risch, en un raro momento de “bipartidismo” (sí, esa palabra que parece sacada de un cuento de hadas), presentaron una propuesta para frenar el flujo de fentanilo y sus precursores hacia Estados Unidos. Spoiler: China y México están en el centro de la diana.

Resulta que el fentanilo, ese opioide sintético que está matando a más de 100,000 estadounidenses al año, llega a través de una red de tráfico que parece sacada de una película de acción de bajo presupuesto. Y aquí es donde entra Donald Trump, porque, claro, ¿qué sería de un drama político sin su cameo? El exmandatario decidió que imponer aranceles a México y China era la solución mágica para detener el tráfico de drogas. Spoiler again: no lo fue. Pero bueno, al menos pospuso los aranceles por un mes después de una llamada con la presidenta de México. ¿Compromiso? ¿Estrategia? ¿Capricho? Quién sabe.

El proyecto de ley presentado por Risch y Shaheen no vincula directamente los aranceles con el fentanilo, pero sí busca ampliar la autoridad para sancionar a entidades chinas que, según ellos, están financiando el tráfico de opioides. Básicamente, es como decir: “China, te estamos viendo”. Risch no se anduvo con rodeos y acusó al gobierno chino de ser “la fuente singular más grande de fentanilo” para los cárteles mexicanos. Shaheen, por su parte, pidió usar “todas las herramientas disponibles” para cortar el flujo de esta droga. O sea, básicamente, “hagamos lo que sea, pero hagámoslo ya”.

Pero, como en todo buen drama, hay dos lados de la historia. Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington, salió al quite y acusó a Estados Unidos de difundir “todo tipo de mentiras”. Según él, China está dispuesta a cooperar, pero no bajo presión. O sea, “hablen bonito o no hablamos”. Además, el gobierno chino asegura que ya está combatiendo el tráfico de fentanilo y controlando los precursores químicos. Pero, claro, Estados Unidos no está muy convencido. Un informe del año pasado acusó a Beijing de subsidiar la fabricación de materiales usados para producir la droga. ¿Quién tiene razón? Probablemente nadie, porque esto es política internacional, no un debate de TED Talks.

Para añadir más leña al fuego, en junio la policía china arrestó a un sospechoso vinculado a una red de lavado de dinero y tráfico de drogas que operaba entre China, México y Estados Unidos. El tipo dirigía un negocio de venta de autos en EE.UU., lo que nos recuerda que el crimen organizado tiene más capas que una cebolla. Mientras tanto, la DEA descubrió que los precursores del fentanilo y el equipo para fabricarlo fluyen de China a laboratorios en México, donde se produce el polvo y las pastillas que luego cruzan la frontera. Y, por si fuera poco, el dinero del narcotráfico se lava a través de bancos chinos clandestinos. ¿Alguien más siente que esto es como un episodio de “Narcos” pero con más burocracia?

En resumen, el fentanilo no solo es una crisis de salud pública, sino también un tema geopolítico que mezcla aranceles, acusaciones y un montón de drama internacional. Y mientras los políticos discuten, la droga sigue fluyendo. ¿Quién gana en este juego? Nadie, excepto quizás los cárteles. Pero bueno, al menos tenemos memes para sobrellevar el caos.