“Tengo 40 años de taxista, mi nombre es Oscar, mi día inicia a las 4:00 de la mañana y acaba hasta que mi hija salga del trabajo, acostumbro llevarla y regresarla a casa.

 

Muchas personas preguntan cómo le hago para levantarme tan temprano, yo solo contesto que es cuestión de imponerse, siempre duermo muy pocas horas, estar mucho tiempo acostado provoca dolor en mi espalda, creo que por eso trato estar de pie.

Soy una persona que siempre ha trabajado, soy de Mexicali, a mis 16 años me fui un tiempo a Fresno, California, trabajaba en la cosecha de fresas, uvas y manzanas, me enfadé del encierro y decidí regresar, duré casi 10 años viviendo como un prisionero, me fui sin papeles y así estuve de vuelta a casa.

Todo ese tiempo fuera de mi tierra sirvió para sacar adelante a mis hermanos, al morir mi mamá tuve que irme de indocumentado, logré que una de mis hermanas sea maestra de preparatoria, otro de mis hermanos alcanzó un taller de soldaduras, el resto dejaron sus estudios a medias, a todos apoyé, que de eso no quede duda.

Quedé viudo hace 16 años, mi esposa murió cuando la menor de mis hijas tenía 12 años, desde ese soy un papá muy apegado a todos mis hijos, en total tengo tres varones y tres mujeres.

En especial mis hijas me piden que deje de trabajar, dicen que mejor entre todos me mantienen, que por favor deje el taxi, yo les respondo que de ninguna manera estaré encerrado, ellas saben bien que no puedo estar con los brazos cruzados.

De hecho, en pandemia preferí irme al taller de mi yerno para hacer muebles, ya sabía parte del oficio, gracias a Dios tuvimos muchos pedidos, apenas de detuvo un poco el caos del virus salí nuevamente a la calle, a mi familia no le pareció, pero no podían detenerme.

Esto de conducir me gusta, tengo muchas experiencias que puedo contar, la que jamás olvido fue cuando en la puerta del hotel donde estoy trabajando de planta, se acercó a mí el papá de una chamaquilla, venían de Guadalajara, pidió que los llevara a Tijuana, Ensenada y Rosarito, la hija quería de regalo de 15 años conocer la rumorosa.

La jovencita me hacía detener el auto para ver todo los que había al fondo de esos imponentes barrancos, también conocieron la playa y otros lugares, tuve un paseo inolvidable, ambos fueron muy amables, el viaje duró todo un día, salimos muy temprano y regresamos al hotel a la una de la mañana.

El señor nunca me preguntó cuánto le iba cobrar, no más preguntó si los llevaba, pero al término del servicio sacó 1,500 dólares y me los dio, quedé muy sorprendido, en realidad el viaje era de 250 dólares, no sabe cuánto agradecí ese gesto, esto me pasó cuando apenas iba empezando la pandemia.

El automóvil no es mío, pago una renta diaria, durante el día debo sacar la cantidad de la renta, el resto para la gasolina y por último veo mis ganancias, tengo días buenos, malos y de suerte, porque en ocasiones llegan al hotel huéspedes que requieren que los lleve a la siderúrgica o termoeléctrica, como son lugares muy lejanos ocupan que los espere y esa es una jornada bien pagada.

Sinceramente soy un hombre contento en esta vida, hace unos años quedó viuda una de mis hijas y desde ese entonces vivo con ella, trato de estar libre antes de las 7:30 de la noche para ir por ella y llegar juntos a casa, creo que el hecho de tener a la familia siempre cerca nos hace sentir plenos y yo cuento con ese privilegio”.

Fuente: Redes