Obispos conmocionados ante los hechos violentos en el estadio

Conmocionados ante los violentos y lamentables hechos acontecidos el 05 de marzo del
presente, en un partido de fútbol en la Ciudad de Querétaro. Actos atroces protagonizados por
aficionados de ambos equipos, quienes perdieron toda cordura y con una violencia salvaje
desataron fuertes enfrentamientos, ocasionando diversas víctimas, tal como se pueden observar
en las imágenes que circulan en las redes sociales.

La Conferencia del Episcopado Mexicano reprocha categóricamente cualquier episodio de
violencia por mínima que sea, ya que pone en riesgo la integridad, la tranquilidad y la sana
convivencia pacífica entre las personas de la sociedad.

Los Obispos de México exhortamos a los clubes deportivos, a las autoridades y a la sociedad
civil para hacer del fútbol y de cualquier deporte, una oportunidad para crear espacios de
integración y no de enfrentamiento. Reconstruyendo el tejido social, tan dañado y necesitado de
diálogo, respeto, comprensión y tolerancia. Caminemos juntos siempre hacia el encuentro, la
esperanza y el amor como una verdadera búsqueda e instauración de la cultura de PAZ.

La Iglesia promueve el respeto a la vida y a su dignidad, al orden y a la justicia; y como
Conferencia del Episcopado Mexicano pedimos la colaboración comprometida en la
construcción de PAZ en todo nuestro país. Misión y deber para que todo fiel cristiano, en diálogo
y unidad para que todo hombre y mujer de buena voluntad respondan al llamado del Papa
Francisco para configurarnos en Artesanos de paz; garantizando una verdadera PAZ duradera que
siga el camino del diálogo, de la educación y del trabajo para una plena realización de la dignidad
humana.

Evitemos ser insensibles e inconscientes ante los acontecimientos que estamos viviendo y
sufriendo como seres humanos, es decir, una crisis global derivada de una pandemia que ha
cobrado la vida de millones de personas. Tampoco cerremos los ojos delante de un conflicto
bélico entre naciones que podría desatar una tercera guerra mundial, con consecuencias
inimaginables.

Dejemos que Nuestro Señor Jesucristo toque nuestros corazones para alcanzar un cambio en
nuestra historia. Encomendamos nuestra nación, bajo el amparo y mirada tierna de nuestra
Madre, la Virgen María de Guadalupe, Reina de la paz.

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