Donna Vekic, la tenista que conquistó París y sueña con la gloria en Mérida

El sueño olímpico que cambió su vida

En aquel agosto de 2024, bajo el cielo de París, Donna Vekic vivió un momento que trascendió el tiempo y el espacio. No era solo un partido de tenis; era una batalla épica, un duelo entre titanes en la final de los Juegos Olímpicos. Frente a ella, Qinwen Zheng, la tenista china, desplegó un juego que parecía salido de las manos de los dioses. Con marcadores de 6-2 y 6-3, los hilos del destino se inclinaron hacia su rival, pero Vekic, con la cabeza en alto, se colgó la medalla de plata, un trofeo que no solo brillaba en su pecho, sino que iluminaba su alma.

Un logro que transformó su existencia

Desde aquel día, la vida de Vekic se convirtió en un torbellino de emociones. “Ya pasaron algunos meses de eso y desde entonces mi vida ha sido una locura”, confesó con una sonrisa que iluminaba su rostro. “Tener una medalla olímpica en casa me hace sentir que todo el esfuerzo valió la pena. Ahora, incluso si no gano nada más, sé que tengo algo que nadie me puede quitar”.

El regreso a México: una nueva batalla

Esta semana, en el majestuoso Yucatán Country Club, Vekic se prepara para escribir otro capítulo en su leyenda. Busca su quinto título en la WTA en el Mérida Open AKRON, y el segundo en tierras mexicanas, después de su triunfo en Monterrey en 2023. “Llegué hace unos días después de un viaje largo desde Dubai, pero me siento bien. Me encanta jugar aquí en México, el público siempre es genial”, declaró con entusiasmo.

Una luchadora dentro y fuera de la cancha

Oriunda de Osijek, la cuarta ciudad más grande de Croacia, Vekic se describe a sí misma como una guerrera. “Soy una luchadora dentro y fuera de la cancha”, afirmó con determinación. Su sueño no se detiene en Mérida; aspira a entrar al top 10 de la WTA y, algún día, conquistar Wimbledon, el Grand Slam donde alcanzó las semifinales el año pasado.

El legado de una campeona

Con la baja de Anna Kalinskaya por lesión, Vekic recibió la exención de primera ronda, pero eso no la detiene. Cada golpe, cada saque, cada punto es una oportunidad para demostrar por qué está entre las mejores del mundo. Para Donna Vekic, el tenis no es solo un deporte; es una pasión que la impulsa a superarse, a soñar y a luchar por la gloria eterna.

Y así, entre raquetas y sueños, la historia de Donna Vekic continúa, escrita con la tinta del esfuerzo y la determinación, bajo el cielo infinito del tenis mundial.