Adrien Brody arrebata el Óscar a Timothée Chalamet en una noche de sorpresas

El Brutalista triunfa y Brody se lleva el Óscar

En una de esas competencias tan cerradas que solo Hollywood sabe cómo fabricar, Adrien Brody logró lo impensable: arrebatarle el Óscar a Mejor Actor a Timothée Chalamet, quien, por si no lo sabías, había ganado el premio del Sindicato de Actores la semana pasada. Sí, el mismo Chalamet que todos daban por ganador. Pero, oh sorpresa, Brody apareció con su mejor cara de “yo también existo” y se llevó la estatuilla dorada por su papel en El Brutalista.

Un discurso lleno de “perspectiva” y gratitud

Al subir al escenario, Brody, con sus 51 años y una carrera que ha visto de todo, decidió darnos una lección de humildad (o eso quiso hacernos creer). “La actuación es una carrera muy glamurosa, pero lo que he ganado al regresar aquí es perspectiva”, dijo, como si no supiéramos que el glamour es el pan de cada día en Hollywood. “No importa lo que consigas en tu carrera, todo se puede esfumar de un día a otro”, añadió, probablemente mirando de reojo a Chalamet, quien seguro estaba pensando: “¿En serio? ¿Ahora?”.

Esta fue la segunda nominación y el segundo Óscar para Brody, quien en 2003 ya había sorprendido a todos al ganar por El Pianista. Sí, esa película que todos vimos y que nos dejó con ganas de llorar y de tocar el piano al mismo tiempo. Parece que Brody tiene un don para interpretar a personajes que sufren tanto que hasta nosotros terminamos con dolor de espalda.

La temporada de premios: Brody, el líder imbatible

En esta temporada de premios, Brody se colocó como el favorito a vencer en casi todas las galas importantes. Ganó en el Globo de Oro, los Critics’ Choice y el BAFTA, entre otros. Vamos, que el hombre estaba en racha. Y aunque Chalamet, Colman Domingo, Ralph Fiennes y Sebastian Stan también estaban en la lista, Brody demostró que, a veces, la experiencia (y un buen guion) pueden más que la juventud y el carisma.

El Brutalista: una película que no deja indiferente

En El Brutalista, Brody interpreta a László Tóth, un superviviente del Holocausto y arquitecto formado en la Bauhaus. Sí, el tipo lo tiene todo: drama, sufrimiento y un pasado que te deja sin aliento. La película, dirigida por Brady Corbet y con una duración de tres horas y media (con intermedio, porque claro, necesitas un descanso para procesar tanta intensidad), se estrenó en el Festival de Cine de Venecia y ha recaudado 36.6 millones de dólares frente a un presupuesto de 9.6 millones. Vamos, que no solo es buena, sino que también es rentable.

Una noche de sorpresas y agradecimientos

Brody, quien asistió a la gala con su pareja, Georgina Chapman (sí, la ex esposa de Harvey Weinstein, porque en Hollywood las conexiones siempre son un tema), se mostró abrumado cuando anunciaron su nombre. En su discurso, agradeció a sus compañeros de categoría por inspirarlo y, por supuesto, a Georgina. Aunque, justo cuando empezaba a emocionarse, la música de fondo intentó cortarle el rollo. Pero Brody, como el profesional que es, ignoró el aviso y terminó agradeciendo a sus padres. Porque, al final, ¿quién no quiere agradecer a sus padres en un momento así?

Así que ahí lo tienes: Adrien Brody, el hombre que arrebató el Óscar a Timothée Chalamet y nos recordó que, en Hollywood, nada está escrito. Y si lo está, siempre hay alguien dispuesto a reescribirlo.