La música mexicana llora a Pepe Arévalo, un ícono que se fue con estilo

La música mexicana se viste de luto… otra vez

Parece que la música mexicana tiene una cita obligada con la tristeza. Esta vez, el protagonista de la despedida es Pepe Arévalo, un tipo que, según dicen, dejó una huella tan imborrable en el pentagrama nacional que hasta las notas musicales lloran su partida. ¿Exagerado? Quizás, pero ¿quién no exagera un poco cuando se trata de leyendas?

El adiós de un cantautor que no necesitaba presentación

El cantautor, famoso por canciones como “Pedro Navajas” y “Caballo Viejo”, decidió que la madrugada del 28 de febrero era el momento perfecto para partir. A los 88 años, y tras un mes de batalla contra las secuelas de un infarto cerebral, Pepe dijo: “Hasta aquí llegué, amigos”. Y claro, lo hizo con estilo, porque ¿qué otra cosa se puede esperar de alguien que convirtió la música en su bandera?

El hijo que cumplió con su deber… incluso en el peor momento

La noticia fue confirmada por su hijo, José Luis Arévalo, quien, con una voz quebrada pero firme, anunció el deceso durante el programa Despierta. “Esta madrugada, poco antes de las 00:52 horas, mi padre falleció”, dijo, demostrando que incluso en los momentos más difíciles, hay que cumplir con el trabajo. ¿Profesionalismo o locura? Ustedes decidan.

José Luis también compartió que su padre “luchó como un león”, pero que al final, su cuerpo estaba tan cansado que necesitaba un descanso eterno. Y claro, ¿quién no querría descansar después de una vida llena de éxitos y aplausos?

Un adiós con gratitud y aplausos

A pesar del dolor, José Luis no se olvidó de agradecer las muestras de afecto recibidas durante la hospitalización de su padre. Porque, al final, ¿qué sería de una despedida sin un poco de gratitud y aplausos? Pepe Arévalo se fue, pero su música y su legado seguirán sonando en cada rincón donde la música mexicana tenga algo que decir.

Así que, mientras el mundo de la música se ajusta el lazo negro, nosotros nos quedamos con sus canciones y con la certeza de que, en el cielo de los artistas, Pepe ya está cantando con los ángeles… o quizás enseñándoles cómo se hace.