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Atentado en seminario de Pakistán deja caos antes del ramadán

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Un día tranquilo en Pakistán… hasta que no lo fue

PESHAWAR, Pakistán.— Imagina esto: estás en vísperas del ramadán, el mes sagrado de ayuno y reflexión, y de repente, un suicida decide que es el momento perfecto para inmolarse en una mezquita. Sí, porque nada dice “espiritualidad” como una explosión en pleno seminario proTalibán. Así fue como el viernes pasado, en Akora Khattak, provincia de Khyber Pakhtunkhwa, un clérigo destacado y otros cinco fieles perdieron la vida, mientras docenas más resultaron heridos. ¿El culpable? Un individuo con muy mal timing y peores intenciones.

Según Abdul Rashid, jefe de policía local, el ataque ocurrió en un seminario dirigido por Hamidul Haq, hijo del famoso Maulana Samiul Haq, conocido como “el padre de los talibanes”. Por si no lo sabías, este señor fue asesinado en 2018, así que la familia Haq parece tener una mala racha con la violencia. La familia confirmó el deceso y pidió calma a sus seguidores, porque, claro, ¿qué más puedes hacer cuando el caos es tu pan de cada día?

“Después de rezar, Hamidul Haq salía de la mezquita para marcharse a casa y, cuando llegó a la puerta principal, se produjo una fuerte explosión y caí al suelo, perdiendo el conocimiento”, contó Yawar Zia, un agente de policía herido, desde su cama de hospital.

Yawar Zia, uno de los agentes que sobrevivió al ataque, relató cómo la metralla le alcanzó el rostro mientras estaba de guardia. Fue trasladado al hospital, pero no sin antes vivir una escena digna de una película de terror: sangre, miembros humanos esparcidos y un caos que, según los testigos, podría haber sido peor si el atacante hubiera elegido el momento de la oración. ¿Alguien dijo “día tranquilo”?

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Pakistán y su relación tóxica con la violencia

Este no es un incidente aislado. Pakistán ha visto un repunte en los ataques en los últimos años. En 2023, 101 personas, en su mayoría policías, murieron en un atentado suicida en una mezquita de Peshawar. Las autoridades culpan al Talibán paquistaní (TTP), aunque este grupo niega atacar lugares de culto. Curioso, ¿no? Porque, según ellos, no atacan mezquitas, pero aquí estamos, hablando de otra mezquita atacada. Coincidencia, seguro.

Y por si esto fuera poco, el mismo viernes, una bomba estalló cerca de un vehículo de seguridad en Quetta, dejando 10 heridos, incluidos dos soldados. Nadie se atribuyó la responsabilidad, pero los separatistas de Baluchistán, que buscan independizarse de Islamabad, suelen ser los sospechosos habituales. Aunque Pakistán dice haber sofocado la insurgencia, la violencia persiste. ¿Sorprendido? Nosotros tampoco.

En resumen, Pakistán sigue siendo un polvorín, y el ramadán, en lugar de ser un momento de paz, se convierte en un recordatorio de que la violencia no descansa. ¿Qué sigue? Nadie lo sabe, pero una cosa es segura: en este país, la calma es solo una pausa entre explosiones.

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