Cada vez hay más personas que rescatan animales para darles una mejor vida

Hay historias que dejan su huella marcada en el corazón, y ésta es una de ellas, con lágrimas mezcladas de tristeza y felicidad veremos cómo se cumplió el deseo de Lunita, una hermosa perrita de pelaje blanco con discapacidad que fue abandonada hace algunos años en Argentina.

Lunita fue dejada bajo los rayos del sol, encadenada a la reja de una peluquería ubicada en la calle Zabala, en la comunidad de Salta.

Lunita yacía boca abajo en la acera, tenía colocado en la parte inferior del cuerpo una destartalada silla de ruedas, junto a ella había un paquete de pañales y una nota que indicaba su nombre y edad, también explicaba la persona que la había dejado allí que no era su dueño y no podía quedársela.

El empleado de la tienda que la descubrió enseguida contactó a la organización de rescate “LUBA Salta” y dos de sus voluntarios vinieron a buscar a Lunita.

Los rescatistas pudieron constatar a su llegada el triste panorama, esta perrita sin posibilidad de moverse, no tenía comida ni agua, cargaba puesto un pañal inundado y una mirada que solo pedía ayuda. Parecía muy débil y asustada, los vecinos cuentan que estaba tan aturdida por los ruidos y gente extraña que en su afán de escapar casi se ahorca.

Afortunadamente buenas personas estaban allí para ayudarla y fue llevada al refugio.

La noticia se difundió y apareció una familia estadounidense dispuesta a adoptarla, con lo recaudado Lunita logró viajar. Sin embargo, su familia adoptiva no estaba bien informada sobre el cuidado de un perro con discapacidad, lo que provocó que Lunita desarrollara una grave infección del tracto urinario.

Fue diagnosticada con una infección por estafilococo muy severa, como consecuencia de infestación de ácaros (Mange). La infección, la sarna y las heridas causadas quemadas de la orina hicieron que perdiera todo el pelo de la cintura para abajo, incluido el de su cola. Sufrió mucho, con 15 kilogramos estaba por debajo de su peso.

Lunita fue enviada con una nueva y amorosa familia adoptiva en otro estado. Tomó mucho esfuerzo, constantes visitas al veterinario y gran cantidad de medicamentos. Gracias a sus ganas de vivir y las atenciones que recibió logró recuperarse, además de alcanzar un saludable peso de 25 kilogramos.

Sin embargo, debido a su discapacidad requería un tratamiento médico que significaba un alto costo mensual, nunca le faltó nada, ya que contaba con un fondo de dinero recaudado que se utilizó para cubrir sus necesidades. Lunita no hubiera llegado tan lejos sin la generosidad de personas que realizaron donaciones y la colaboración de patrocinadores que enseguida quisieron ayudar a cambiar la vida de Lunita.

La familia que la adoptó era perfecta, desde entonces conoció la verdadera felicidad, y vivió rodeada de amor.

Fuente: Redes

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