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Shitsui Hakoishi, la barbera de 108 años que desafía el tiempo

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En un rincón del mundo donde el tiempo parece detenerse, una mujer de cabello blanco como la nieve y manos hábiles como las de un maestro artesano, Shitsui Hakoishi, de 108 años, ha sido coronada como la barbera más anciana del mundo. Este título, otorgado por el prestigioso Guinness World Records, no es solo un reconocimiento a su longevidad, sino un homenaje a una vida dedicada al arte de cortar cabello, una pasión que ha resistido guerras, pérdidas y el implacable paso del tiempo.

El miércoles, en un gimnasio de su ciudad natal, Nakagawa, en la prefectura de Tochigi, al noreste de Tokio, Hakoishi recibió el certificado que la acredita como poseedora de este récord. Con una sonrisa que iluminó la sala, declaró: “Solo he podido llegar hasta aquí gracias a mis clientes. Estoy abrumada y llena de alegría”. Sus palabras resonaron como un eco de gratitud y determinación, un testimonio de que, incluso a su edad, el retiro no está en sus planes.

Nacida el 10 de noviembre de 1916 en una familia de agricultores, Hakoishi decidió a los 14 años que su destino no estaría en los campos, sino en las tijeras y peines. Se mudó a Tokio, donde comenzó como aprendiz, perfeccionando su arte con cada corte. A los 20 años, ya con su licencia de barbera, abrió un salón junto a su esposo. Pero la vida, cruel y caprichosa, le arrebató a su compañero durante la guerra entre Japón y China en 1937. Aún así, Hakoishi no se rindió.

El 10 de marzo de 1945, el mortífero bombardeo de Estados Unidos sobre Tokio redujo su salón a cenizas. Sin embargo, como un ave fénix, Hakoishi resurgió de las llamas. Ocho años después, abrió un nuevo salón en Nakagawa, al que llamó Rihatsu Hakoishi, un nombre que significa “barbero” en japonés y que se convirtió en un símbolo de su resiliencia.

Hoy, con 108 años, Hakoishi sigue sosteniendo sus tijeras con la misma destreza de antaño. “Este año cumplo 109, así que seguiré trabajando hasta llegar a los 110”, dijo con una sonrisa que desafiaba al tiempo. Su historia no es solo un récord, es un legado de perseverancia, amor por su oficio y un espíritu indomable que inspira a generaciones.

En un mundo donde todo parece efímero, Shitsui Hakoishi es un faro de constancia y dedicación. Su vida es una epopeya de superación, un relato que nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, hay luz al final del camino.

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