La presencia de las medusas portuguesas o “aguas malas” en las costas del Golfo de México representan un peligro menor para los habitantes de esta región o áreas circunvecinas que acuden a vacacionar en la playa, por lo cual las autoridades de salud exhortan a la población a evitar el contacto con esta especie marina.
Francisco Gabriel Ponce Lara, coordinador del área de socorros de la Cruz Roja Mexicana Delegación Matamoros, aseguró que la temporada en que este animal viaja a nuestras playas para reproducirse ya culmino, sin embargo aún se le ha visto entre el sargazo que se apareció en la costa.
Ponce Lara dio a conocer que la belleza de la medusa portuguesa atrae principalmente a los niños quienes gustan de tocarla sin conocer el riesgo que representa para la piel, pues la hebras finas que salen de su piel contienen una toxina que paraliza la piel y su ácido quema la parte que tocan.
El coordinador del área de socorros hizo hincapié en la necesidad de que las personas conozcan los pasos a seguir en la atención de las personas atacada por una “agua mala”, ya que generalmente caen en el error de limpiar con un trapo o tallar la zona afectada.
“Si tallamos con nuestras manos la zona afectada vamos a adquirir el ácido de los tentáculos de la medusa portuguesa y no solo lo tendremos en nuestras manos, sino que también lo vamos a esparcir en lo que toquemos y vamos a causar más dolor en nuestro cuerpo y a quien toquemos con las manos infectadas por el veneno del “agua mala”, dijo.
Explicó que la única forma de controlar el dolor es lavar con agua corriente el lugar que lastimó el animal, y una vez que el ardor haya pasado, es necesario aplicar vinagre blanco o de manzana en la parte dañada para posteriormente trasladar al paciente a un centro médico.
Exhortó a los ciudadanos que tienen planeado vacacionar en la playa Bagdad a que contemplen dentro de sus artículos de mar una botella de vinagre blanco o de manzana junto con el protector solar, además de cargar también analgésicos para calmar el dolor de la persona afectada.
Por: Norma Rodríguez