Polvo del Sahara en México: ¿Por qué puede causar formación de huracanes y generar atardeceres más brillantes?
El verano llegó con más de un fenómeno meteorológico: monzones, ciclones y ahora una ligera capa de aire del Sahara asedian territorio mexicano. Aunque sus consecuencias tienen diferente impacto, cada uno tiene el potencial de transformar el clima del país (en mayor o menor medida).
De acuerdo con los primeros pronósticos, se proyecta que el primer polvo del Sahara del año llegue a Florida y el Golfo de México durante este fin de semana, como reportó el meteorólogo estadounidense Matt Devitt. Actualmente, la nube se mantiene sobre las aguas del Atlántico.
Aunque puede parecer raro que la capa de aire africano alcance territorio mexicano, lo cierto es que este fenómeno es recurrente: de acuerdo con el seguimiento de un satélite de la NASA, el viento llega a levantar, en promedio, 182 millones de toneladas de polvo mineral al año, mismas que son transportadas a diversos puntos del mundo, como Jamaica, Costa Rica, México y Estados Unidos. Incluso en 2015 se descubrió que sirve como abono para las plantas en el Amazonas.
¿Cuál es la relación entre el polvo desértico y los ciclones tropicales?
La temporada de huracanes en el océano Atlántico está estrechamente ligada con la polvareda: cuando las ondas tropicales viajan a lo largo del borde del desierto del Sahara van levantando grandes cantidades de polvo a su paso, como explica la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, (NOAA, por sus siglas en inglés).
Este polvo llega a la atmósfera y es transportado por las ondas que cruzan el Atlántico, la capa suele tener un espesor de entre 3 y 4 kilómetros y puede ser tan extensa que incluso llega a cubrir una gran área del océano.
En una entrevista realizada por la NOAA, el doctor Jason Dunion, investigador de huracanes de la Universidad de Miami, explicó que, por lo general, el aire del Sahara incrementa a mediados de junio, alcanzando su punto máximo desde finales del mismo mes y hasta mediados de agosto. De hecho, durante el verano puede llegar al continente americano cada tres o cinco días.
Por lo general, en los periodos más activos, el polvo llega a distintos puntos de América, incluidos algunos estados de México y del sureste de Estados Unidos.
No es fortuito que la División de Investigación de Huracanes vigile de cerca el paso de la nube de polvo desértica: dadas sus características, puede tener un papel importante en la formación de ciclones en el océano Atlántico.
De acuerdo con el Dr. Jason, el aire fresco, vientos fuertes y el calor que conforman estas capas de aire “pueden actuar para suprimir la formación e intensificación de huracanes”. Y es que se ha demostrado que la sequedad, el calor y la fuerza del viento son un freno para la evolución de los ciclones tropicales.
De acuerdo con un reporte del proyecto Análisis Multidisciplinarios del Monzón Africano (NAMMA, por sus siglas en inglés) el aire fuerte y seco tienen la capacidad de “destrozar” una tormenta que está tratando de desarrollarse.
El Centro de Prevención de Desastres (Cenapred), detalla que “al encontrarse con ciclón tropical, el polvo del Sahara suprime las corrientes de aire ascendentes del ciclón, y los vientos horizontales que lo transportan cambian significativamente la dirección del viento en el medio ambiente”.
Este comportamiento reduce la formación de nubes. De ahí que, además de tener la capacidad de reducir la intensidad de un ciclón o posible huracán, también puede contribuir en la disminución de la actividad ciclónica en la cuenca oceánica.
Atardeceres vibrantes
Además de su papel en la temporada de huracanes, el aire seco y polvoriento provoca cielos brumosos y la floración de algas tóxicas en el mar (sargazo). También puede traer problemas para las personas con asma y otras enfermedades pulmonares, por lo que se les suele recomendar disminuir sus actividades al aire libre.
Uno de los efectos más vistosos se puede apreciar durante los atardeceres y amaneceres: aunque el cielo puede llegar a verse gris ante una gran nube de polvo, durante estas horas del día, los colores son mucho más vívidos, adquieren un tono más intenso.
“Debido a la forma especial en que el polvo del Sahara dispersa la luz del sol, los mejores momentos del día para detectarlo suelen ser unas horas después del amanecer y al final de la tarde. Durante el día, el cielo tendrá un aspecto blanco brumoso y los atardeceres adquirirán un brillo anaranjado”, explica la NOAA.
Y es que el polvo se convierte en una especie de filtro en la atmósfera, por un lado, absorbe la luz solar y por el otro, al estar compuesto de minerales como el cuarzo y la arcilla, ayuda a reflejar la luz y realzar los tonos con longitudes de onda más largas, como lo son el rojo, rosa y anaranjado.
“Los atardeceres y los amaneceres adquieren tonos más amarillos y rojizos porque la luz del sol en ángulo bajo atraviesa una mayor parte de la atmósfera antes de llegar a los ojos. Una gran carga de polvo en la atmósfera puede potenciar este efecto”, agrega la institución.
¿Qué consecuencias puede tener en México?
Actualmente los reportes señalan que la capa de arena sahariana es ligera. Según el Cenapred, la cantidad de polvo que llegue al país depende de la intensidad y concentración del viento.
Debido a su origen, no es de extrañar que el polvo ingrese por el oriente y sureste del territorio. En algunas ocasiones puede alcanzar al centro de México, no obstante, las concentraciones suelen ser muy pequeñas: la sierra Madre oriental sirve como escudo, por lo que no se reducirá la calidad del aire.
Aunque no es peligroso, Cenapred recomienda “tomar resguardo durante esos eventos”, cerrar las entradas de aire y usar lentes y cubrebocas en caso de salir a la intemperie.
Fuente: Milenio