Trump pospone aranceles a México por “respeto” a Claudia Sheinbaum

En un giro que nadie vio venir (bueno, tal vez alguien lo imaginó en un sueño febril), el exmandatario estadounidense Donald Trump anunció que México no tendrá que pagar aranceles sobre productos incluidos en el Tratado T-MEC… al menos hasta el 2 de abril. ¿La razón? Según él, todo se debe a su profundo “respeto” hacia la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Sí, el mismo Trump que solía amenazar con construir muros ahora habla de respeto. ¿Qué sigue? ¿Un abrazo virtual y una canción de John Lennon?

En un mensaje publicado en su red social favorita, Truth Social (porque, claro, Twitter ya no es lo que era), Trump declaró: “Después de hablar con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, acordamos que México no tendrá que pagar aranceles sobre nada que esté incluido en el Acuerdo T-MEC”. Vaya, qué generoso. Aunque, pensándolo bien, quizás solo estaba buscando una excusa para posponer una decisión impopular. ¿O será que Sheinbaum tiene algún tipo de superpoder diplomático que desconocemos?

El exmandatario también aprovechó para presumir sobre la “muy buena” relación entre ambos países, destacando su trabajo conjunto en la frontera para detener la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo. Porque, claro, cuando piensas en Trump y Sheinbaum, lo primero que viene a la mente es un dúo dinámico luchando contra el crimen. ¿Quién necesita películas de acción cuando tienes estas declaraciones?

Para cerrar con broche de oro, Trump agradeció a Sheinbaum por su “arduo trabajo y cooperación”. ¿Arduo trabajo? ¿Cooperación? ¿Estamos hablando del mismo Trump que solía culpar a México de todos los males de Estados Unidos? Parece que alguien descubrió el botón de reinicio en su discurso político. O tal vez simplemente estaba de buen humor ese día. Quién sabe.

Mientras tanto, los analistas se rascan la cabeza preguntándose si esto es una estrategia brillante o simplemente otro capítulo en la saga de “Las decisiones impredecibles de Trump”. Lo único seguro es que, en el mundo de la política internacional, nunca falta el drama, la ironía y, por supuesto, un toque de absurdo.